4.6.13

Scioli, fuera del foco principal de la prensa hegemónica








La negativa de Daniel Scioli a sumarse a la ruptura del orden jurídico impulsada por el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, en relación con las leyes de prensa sancionadas por el Congreso de la Nación; y la participación del gobernador en una reunión donde el Partido Justicialista ratificó su respaldo a la gestión presidencial, parece haber implicado el alejamiento del mandatario provincial del foco de atención de la prensa hegemónica.
El último discurso de Cristina Fernández en Lomas de Zamora, donde pidió a los gobernantes subnacionales que se hagan cargo de sus responsabilidades y reprochó que no todos la defiendan con vehemencia frente a los ataques de los medios dominantes, dio una nueva oportunidad para que el gobernador se enfrentara al poder central, según las especulaciones de La Nación y Clarín, medios que daban por sentado que el mandatario provincial había sido el principal aludido por la Presidenta.
Scioli concedió entrevistas a varios diarios  y confirmó, sin embargo, su continuidad en el oficialismo, a contrapelo delas presiones mediáticas. Como aliciente, también pidió más apoyo parlamentario a sus iniciativas, lo que fue interpretado como una señal de que quiere tener mayor incidencia en la elaboración de las listas de diputados y senadores provinciales.
“Scioli dijo que no rompe y también pidió que lo acompañen”, es uno de los títulos secundarios de la tapa de Clarín del domingo 2 de junio. Se podría inferir que el pedido de “acompañamiento” busca evitar, desde lo estrictamente comunicacional, que la decisión del gobernador sea interpretada como una derrota de la prensa hegemónica, que lo presionó insistentemente para que enfrente a Cristina Fernández.
“Entiendo a la Presidenta: yo también quisiera que me acompañen más”, es la frase de Scioli utilizada para dar título, en el “gran diario argentino”, de la entrevista concedida a Ignacio Miri. “Scioli desestimó las recientes críticas de Cristina y dijo que no tiene pensado romper con el Gobierno”, interpreta el matutino de las palabras del gobernador. Para Clarín, “frente a la cara de Daniel Scioli y mirándolo de a ratos de reojo pero cuidándose de no nombrarlo, Cristina Kirchner descargó en Lomas de Zamora una de las ráfagas de fuego amigo que cada tanto le dedica al gobernador bonaerense”.
Claro que al no nombrarlo dejó abierta la interpretación, que el principal diario nacional realizó en línea con su posición proactiva en favor de sembrar discrepancias en el seno del oficialismo. De hecho, el propio gobernador, en la charla con el periodista, no convalida la interpretación de que él haya sido el blanco de las críticas presidenciales. “Yo no puedo sentir que hay una referencia en cuanto a poner la cara”, dijo. Según Miri, Scioli, sin embargo, “no pone la cara en las batallas que el kirchnerismo considera fundamentales”, pero Scioli afirmó: “Yo a las batallas las acompaño a mi manera”. Luego, al ser consultado sobre si “se siente acompañado por el kirchnerismo”, el gobernador sí realizó un pedido: “Yo la entiendo a la Presidenta en muchas de las cosas que ha dicho. A mí me pasa lo mismo. Yo también quisiera que me acompañen más”.
Frente a tan poca materia prima, el matutino apela a interpretaciones propias sobre dichos y hechos. Según Eduardo Van der Kooy, “quedó en evidencia que su reproche estuvo dirigido contra Daniel Scioli, sentado a su derecha. Refirió, como un demérito, a aquellos que sólo piensan en llevarse bien con todos y que tienen mil amigos. En simultáneo, la imagen de la televisión oficial reposó sobre el gobernador de Buenos Aires. No hay improvisaciones en la coreografía cristinista”.
Por otro lado, Clarín sostiene que la pugna es “por los espacios en las listas”. Allí dice el diario: “Daniel Scioli nunca dirá lo que quiere escuchar el kirchnerismo. Nunca dirá, tampoco, lo contrario. El gobernador tiene ‛su manera′, como dice él mismo: mantener contra cualquier oleaje su intención de dialogar, consensuar, evitar los ‛extremismos′. A esta altura del proyecto kirchnerista, pronunciar esas palabras es casi una declaración de guerra sorda hacia Cristina Kirchner”, asegura Clarín. Y se pregunta si “¿llegó la hora de romper?”. No obstante, debe reconocer: “Eso no ocurrirá. Al menos no será una decisión del gobernador”.
A su vez, según Ricardo Kirschbaum, “frente a las elecciones, Cristina también fuerza la mano. Las encuestas previas en la Provincia le exigen que el gobernador ponga el cuerpo. Apostrofó en público a Scioli, sabiendo que éste no rompería. Su respuesta a la furia de Cristina fue decir que a él también le gustaría estar más acompañado. Lo que la Presidenta había reclamado para ella”.
Para el columnista político, “Scioli tiene, además, el problema de Massa. Si el intendente de Tigre abre una alternativa en su territorio, el gobernador está en un brete de difícil ruptura. Para Massa, la decisión de lanzarse, si es que finalmente lo hace, tiene que ver con su aspiración presidencial. Ese es el punto de conflicto con Scioli, que también quiere ser el sucesor de Cristina”.
El intendente de Tigre es aludido también en la nota titulada: “El PJ anti K y Macri mantienen sus recelos y miran de reojo a Massa”, que firma Santiago Fioriti. “El peronismo y el PRO podrían ser aliados en un distrito y rivales en otro. El intendente de Tigre sigue sin definir”, afirma. Un artículo de Guido Bradslavsky va en el mismo sentido: “En la Provincia todos miran lo que hará el intendente de Tigre, Sergio Massa. Si decide competir el escenario será otro y condicionará a macristas (que quieren aliarse a Massa) y también al peronismo disidente, en el que Francisco de Narváez quiere volver a dar el batacazo, como en 2009”.
A su vez, según el diario La Nación “la interna del macrismo en la provincia de Buenos Aires vive horas de tensión. La urgencia que impone el calendario sumó (…) una dura embestida de los intendentes que buscan un acuerdo con Francisco de Narváez contra los macristas que abogan, en cambio, por una alianza con Sergio Massa, si el intendente de Tigre finalmente rompe con el Gobierno”.
Además, según decía Clarín en su edición del sábado primero, “el intendente de Tigre, Sergio Massa, dijo desconocer si la presidenta Cristina Fernández se refirió a él o a Daniel Scioli, y La Nación hablaba de “cruces y chicanas por las alusiones de Cristina a Scioli”, mientras “el kirchnerismo le pide a Scioli que salga a aguantar los trapos”, según diversos medios, como La Nación y El Día, que destacaban palabras de la presidenta del bloque FpV de diputados nacionales, Juliana di Tulio
La Nación publicaba por su parte un artículo titulado: “Massa, un síntoma del juego político actual”, firmado por Eduardo Fidanza, y “el establishment quiere ver una luz en Tigre”, de Francisco Olivera.
Según Leonardo Míndez, periodista de Clarín, “con este panorama, la Presidenta comenzó a definir candidaturas junto a sus operadores, aunque aguardará hasta último momento para tomar la decisión clave sobre la provincia de Buenos Aires donde la postulación de Alicia Kirchner no termina de convencer”. Además, el periodista asegura en el diario del lunes 3: “Massa da otro paso: inscribiría su frente”.
Antes de la entrevista con diversos medios, el discurso de la Presidenta había dado lugar a especulaciones políticas de la presa hegemónica. Ricardo Roa, en Clarín, insistía en diferenciar a “peronismo” y “kirchnerismo” con frases como: “En el peronismo se podía discutir, en el kirchnerismo está prohibido”. Según Pablo de León.  Scioli “dijo una frase maldita, incluyendo las palabras ‛odio′ y ‛fanatismo′. Eso terminó de colmar la paciencia de la Presidenta y transformó su tarde en una jornada de furia”. Según el columnista, “algo se rompió allí, si quedaba algo en pie. Ahora, se espera qué dirá Scioli”, quien sin embargo, defraudó la expectativa creada con esta frase.
Según de León, “el gobernador no puede sacarse de la cabeza la ofensiva de los gremios docentes; y centra en Roberto Baradel, dirigente cercano al kirchnerismo, la ira sobre sus acciones, las que no considera aisladas sino con guion dictado desde la Rosada”.

En la “tribuna de doctrina”

Para La Nación, la permanencia de Scioli en el oficialismo amerita ser tema central de su edición del domingo, con el título: “Scioli no rompe con el kirchnerismo, pero pide que también lo cuiden”, con lo cual, al igual que Clarín, trata de atenuar la negativa del gobernador a sumarse a la estrategia de la prensa hegemónica. “Tras las duras alusiones de la Presidenta, mantuvo su moderación habitual, aunque reclamó que no lo ataquen y sugirió que quiere lugares en las listas”, dice Marcelo Veneranda, que firma el artículo.
“Yo entiendo a la Presidenta muchas de las cosas que dijo, porque a mí me ha pasado lo mismo: yo también quisiera que me acompañen más", es la frase del mandatario provincial elegida por La Nación. “Como no fue nombrado en ese mensaje, el gobernador no hace ningún esfuerzo por sentirse aludido”, reproduce el diario Y reconoce que no dejará el oficialismo, aunque “deja su módico reclamo electoral cuando se lo consulta si pide lugares para los suyos en las listas oficialistas”. El diario lo muestra “esquivo ante las preguntas que exigen definiciones (y) sólo se muestra terminante cuando se le pregunta si volverá a ser candidato testimonial”. Además, logra, según el diario, “apropiarse de las frases de la Presidenta para defenderse con ellas”.
Jorge Liotti firma una nota de análisis titulada: “Dos viejos conocidos que aún se necesitan”. Según el periodista, que no revela la fuente de su especulación, la Presidenta “sabía que Scioli estaba comentando por lo bajo que como en las elecciones de este año no estaba en juego su futuro político, no iba a hacer un gran esfuerzo por las listas del oficialismo (…) Además, en el Gobierno creen que la presencia de José Scioli en el equipo de Francisco De Narváez es síntoma de un vínculo fluido con el gobernador que se aceitó últimamente (…) El Gobierno también supo que funcionarios cercanos a Scioli exhibían como gestos de autonomía la falta de pronunciamiento del mandatario bonaerense sobre algunos de los temas críticos para el kirchnerismo”.
Por otro lado, “Scioli también tenía información del kirchnerismo puro que le preocupaba. Le había llegado el mensaje de que en el armado de las listas no tendría incidencia, no sólo a nivel de diputados nacionales, sino también de legisladores provinciales. En el entorno del gobernador hay resignación en el primer punto, pero aspiran en cambio a conformar una Legislatura bonaerense menos hostil que la actual, para que no bombardeen desde allí su proyecto presidencial”.
Y además, el matutino reitera la supuesta intencionalidad político-partidaria de la huelga docente. Por eso, “el jueves, antes de que Cristina hablara, Scioli ya sabía que sería criticado. Por eso después del mediodía organizó la ronda de entrevistas”, dice el columnista.
Por su parte, según Joaquín Morales Solá, “Cristina Kirchner está desmesuradamente enojada. Implacable y arbitraria, agarró a Daniel Scioli (¿también a Sergio Massa?) como juguete de su furia. Las razones profundas de su rabieta están muy lejos de Scioli o de Massa. Se le han sublevado la Justicia y los servicios de inteligencia; a veces, hay pasajes subterráneos que vinculan a jueces y espías. La sociedad está enfadada con ella por la persistencia del delito y la chapucería de su gobierno en el manejo de la economía”, señala, manteniendo su costumbre de no citar testimonio alguno que avale sus afirmaciones. “El síntoma evidente de la rabia presidencial fue el más brutal ataque directo y público que le haya dedicado a Scioli como gobernador. Le reclamó que no la defendiera públicamente por las denuncias de corrupción que involucran a Lázaro Báez y a su familia. No lo dijo así, pero lo deslizó. Cristina nunca se defendió de esas acusaciones. ¿Por qué la debería defender Scioli? ¿No puede ella, acaso, defenderse sola cuando ni siquiera lo intentó?”, afirma.
En las diagonales platenses
“Scioli aseguró que no piensa romper con el gobierno nacional”, es el título elegido por El Día para titular su entrevista con el gobernador. Y agrega que es “pese a las críticas que recibió en los últimos días de la presidenta Cristina Kirchner”, aunque dice que “no se privó de marcar diferencias con la Casa Rosada”. Para el diario platense, el pedido de acompañamiento a su gestión fue “un tiro por elevación al kirchnerismo que le viene frenando proyectos en la Legislatura y que le retacea asistencia financiera para su administración”.
Según el matutino del Grupo Kraiselburd, “la posición de Scioli de plantear la discusión con la Rosada por las listas bonaerenses, surge en medio de las versiones que indican que el kirchnerismo puro se dispone a copar las nóminas y relegar a otros actores, como el sciolismo, que integran el Frente para la Victoria. El Gobernador pretendería contar con al menos un representante por sección electoral, un esquema similar al que se planteó hace dos años”.
Por su parte, Marisa Alvarez, en su comentario dominical, afirma que “no hay resquicio para dudar de que la embestida (…) fundamentalmente incluyó a Daniel Scioli que, visiblemente tenso, la escuchaba a dos metros de distancia (…) Creer, por lo tanto, que no hablaba de Scioli es creer en las hadas”.
Según Alvarez, “por reiterada a lo largo de la compleja relación entre los Kirchner y Scioli, la embestida en sí misma no sorprendió. Pero la dureza conceptual y formal de la descarga, el vocabulario y el tono utilizados, en definitiva, el lenguaje de la furia que la Presidenta utilizó, generaron dos interrogantes centrales: por qué y para qué Cristina volvió a poner en la escena pública semejante nivel de diferencias y broncas con el gobernador del distrito donde se definirá el resultado de las elecciones de este año y, por lo tanto, donde el oficialismo comenzará a jugarse ya el 2015”.
Para la columnista, “el listado de los ‛porqué′ que admiten en el núcleo duro del kirchnerismo remite a una acumulación de graves desconfianzas y peores sospechas sobre el accionar y las intencionalidades institucionales y políticas de Scioli (…) Sectores del kirchnerismo sostienen que esas ‛actitudes′ tendientes a desgastar al gobierno nacional se completarían con una jugada política. Sospechan, concretamente, que las públicas simpatías de Francisco De Narváez hacia el Gobernador se traducirían en un acuerdo que le permitiría a Scioli poner candidatos propios en las listas del peronismo opositor, mientras formalmente se mantiene en el esquema del Frente para la Victoria. En ese marco, la embestida en público de Cristina tendría el objetivo de ‛desenmascarar′ a Scioli para forzarlo a abandonar las ambigüedades que le adjudican y a ejercer una defensa total del gobierno nacional y de la figura de la Presidenta durante el proceso de campaña virtualmente en marcha... O a definir ya una ruptura, si está dispuesto a enfrentar al kirchnerismo en busca de su candidatura presidencial del 2015”.

Haciendo eco a la interpretación dominante, Alvarez también adjudica intencionalidades político- partidarias a la protesta de los docentes provinciales y se pregunta: “¿Están buscando generar las condiciones para una intervención federal a la Provincia?”. Ya segura que en “algunos despachos bonaerenses (…) empiezan a temer que el objetivo del ultrakirchnerismo sea desalojar a Scioli de la Gobernación este año”.

17.4.13

Las agresiones disfrazadas y el manejo de la información






El uso de las palabras no es inocente, sobre todo si forman parte de títulos de noticias publicadas en medios de prensa de alcance masivo. Y la selección de temas tampoco lo es. Qué publicar y qué dejar afuera de la edición impresa es una decisión de suma relevancia para los editores de periódicos, y las palabras de los titulares, junto con el lugar elegido para ubicar determinada noticia, induce a conclusiones rápidas por parte de los lectores. No es lo mismo un “ataque” que un “enfrentamiento”, por ejemplo. En un caso se pueden identificar con claridad a la víctima, mientras que en el segundo se adjudica la intensión de dañar al otro a los dos contendientes, independientemente del resultado de la pelea.
La agrupación política La Cámpora viene siendo objeto de una campaña de hostigamiento por parte de las corporaciones periodísticas, que tratan de vincularla con hechos de corrupción gubernamental y violencia. Basta recordar la tergiversación del contenido de un mensaje de texto recibido por el vicepresidente primero de la Cámara de Diputados bonaerense, José Ottavis, que según Clarín prácticamente incriminaba al legislador en la entrega de sobornos para que se votara en favor de una reforma fiscal, cuando en realidad lo alertaba sobre la circulación de un rumor. O la amplificación de una denuncia infundada del dirigente social Raúl Castells sobre la supuesta distribución de armas entre militantes oficialistas, en especial de esa agrupación juvenil.
El intento por relacionar a la agrupación kirchnerista con la violencia encontró campo propicio para desarrollarse en un episodio ocurrido en la puerta de una escuela del barrio platense de Tolosa, epicentro del temporal  del 2 y 3 de abril. Clarín, La Nación y otros medios opositores no ocultaban su disgusto por la participación de esa agrupación política –identificada con remeras y chalecos - en las tareas de distribución de ayuda material a los afectados. Y entonces “informaron” sobre un "enfrentamiento” por el control de la ayuda a los damnificados por el temporal.
El lunes 8, el diario Clarín publicó un artículo titulado: “La UOCRA y los grupos cristinistas, a los palazos por distribuir la ayuda”. Allí afirmaba: “Sindicalistas y La Cámpora chocaron en el barrio de Tolosa”. Queda claro en este encabezado sin firma que se postulaba la existencia de dos grupos contendientes, igualmente violentos, peleándose por distribuir bienes para los afectados por el temporal.
Luego decía el matutino que los dos grupos  “se enfrentaron ayer a la tarde a palazos por el reparto de mercadería depositada en el centro de distribución de las calles 6 y 526, en Tolosa (…)  por el reparto y por el rédito político, en medio de la catástrofe”.
Según Clarín, habrían existido “antecedentes” de choques entre los dos grupos, aunque luego decía que esta vez la UOCRA “fue directamente al enfrentamiento con los militantes de La Cámpora  que estaban en el local”, con lo cual reconocía implícitamente la existencia de un agresor. Hablaba además de una filmación “que podría aportar más detalles”. Lo cierto es que en el video, que tuvo una amplia difusión en internet, se ve a un grupo de personas – muchas de ellas identificadas con remeras de la UOCRA- bajando de varios vehículos parados en medio de la calle para agredir a personas identificadas con insignias de La Cámpora. Estos nuevos detalles no  fueron difundidos por Clarín en su versión impresa, aunque sí en su edición on line, donde sin embargo se anunciaba las “imágenes del enfrentamiento”, capturadas de TN, aunque se omitía informar – por ejemplo -sobre la autorización otorgada a un hijo del secretario general de la UOCRA, Juan Pablo “Pata” Medina, para manejar la camioneta con que se desplazaban algunos de los agresores.
El 9 de abril, casi en el final de un artículo crítico sobre la distribución de ayuda, se afirmaba en el diario que un grupo de La Cámpora “se enfrentó” con otro de la UOCRA y apenas mencionaba la multiplicidad de repudios a la UOCRA de parte de representantes de los poderes Ejecutivo y Legislativo provinciales.
En su edición on line del lunes 8, el diario La Nación actuó como “medio eco” del enfoque de Clarín a través de un artículo titulado, coincidentemente: “La Cámpora y la Uocra se enfrentaron a palazos por el reparto de donaciones”, donde decía: “El episodio violento ocurrió ayer en un centro de distribución de Tolosa”. Luego aclaraba que  “un grupo identificado con la Unión Obrera de la Construcción (Uocra) de la capital provincial se enfrentó a palazos y piedrazos con militantes de la agrupación kirchnerista La Cámpora, que participa activamente de las tareas de ayuda, en una centro de distribución en Tolosa”, lo que cambiaba un poco el eje adelantado en el título. Luego el matutino citaba a Clarín y agregaba el repudio a la agresión del vicegobernador, Gabriel Mariotto y por último daba crédito a un supuesto reclamo de los agresores por "la distribución equitativa" de las donaciones.
El martes 9, en su edición impresa y con firma de Valeria Musse, pese a tener las imágenes a su disposición, el diario reiteraba la tesis del enfrentamiento: “El reparto de donaciones también provoca enfrentamientos entre grupos políticos que buscan llevarse la bandera solidaria por la asistencia y pelean por ser reconocidos. Anteayer, y según la denuncia realizada por militantes de La Cámpora, se habría producido un enfrentamiento a golpes entre miembros de la seccional La Plata de la Unión Obrera de la Construcción (Uocra) e integrantes de aquella organización”, decía, en un verdadero “plagio” de la versión de Clarín.

Enfoques divergentes

La aparición de evidencias sobre cómo se desarrollaron los hechos dieron lugar a que Clarín dejara de referirse al tema en su edición impresa, y obligaron a La Nación a rectificar “información” levantada de su medio colega.
La difusión del video que muestra la agresión, y las primeras detenciones fueron reflejadas por el matutino fundado por Roberto Noble, pero sólo en su edición on line sin abandonar la tesis del “enfrentamiento”, contradictoria con las propias imágenes y la actuación de la Justicia. “Detuvieron a 4 personas entre ellos al hijo del Pata Medina”, decía Clarín, aunque afirmaba que fue “por la causa abierta por el choque de gremialistas contra La Cámpora en La Plata”. Es decir, un “choque” violento entre dos fuerzas enfrentadas. El portal de Clarín reconocía a continuación la existencia de una “causa abierta por la agresión de sindicalistas de la UOCRA a militantes de La Cámpora”, aunque luego volvía a hablar de “choque”. La debilidad de su posición a priori en relación con los propios hechos  quizás haya sido el motivo de la ausencia casi total del tema en la edición impresa, con excepción de una mención indirecta en la cual se habla de “incidentes” pero no de las novedades del caso.
En cambio, La Nación parecía haber tomado nota de la grosera discrepancia entre el “relato” periodístico y los hechos, y reconocía el 11 de abril que se trató una “agresión” y no un “enfrentamiento” entre dos facciones. “Detuvieron al hijo de un líder de la Uocra por ataques a militantes de La Cámpora”, se titulaba una nota firmada por Pablo Morosi, corresponsal en La Plata. El periodista se refería a las detenciones y la incautación de un arma de fuego, “una pistola calibre 9 mm con numeración limada que habría sido utilizada durante los incidentes” y dos vehículos, incluida la camioneta que habría sido usado en el ataque. El periodista daba espacio además a la versión de Medina padre y a la de los denunciantes.
No obstante las evidencias, los dos principales diarios argentinos retomaron luego de un prudente silencio la tesis del “enfrentamiento”.  En Clarín, Julio Blanck insistía en su columna del domingo 14 en la construcción de una imagen de la agrupación política La Cámpora vinculada con la violencia, el sectarismo y el uso de recursos públicos con fines mezquinos. Según el columnista, “como precio por su sobrevivencia política, (el intendente platense, Pablo) Bruera tuvo que soportar la virtual intervención de La Plata a manos de La Cámpora (…)  cuyo jefe Andrés Larroque (…) fue investido de esa responsabilidad en público por la Presidenta (…) Los jóvenes camporistas concentraron toda la ayuda remitida por el Gobierno nacional y los empresarios a los que con modales cuarteleros convencieron Guillermo Moreno y la ministra Débora Giorgi. Además, su amplio despliegue y virtual control operativo les permitieron canalizar hacia su centro de distribución camiones con ayuda de otras procedencias”, afirmaba. Y decía que “el enfrentamiento con los gremialistas de la construcción que capitanea el temible Pata Medina fue una expresión de esa lucha por el territorio de la ayuda”.
El periodista Sebastián Lalaurette, en la edición de La Nación del lunes 15, realizó una lectura similar de la actuación de La Cámpora durante los días posteriores a la tragedia. “Las organizaciones K ocuparon la escena desde los primeros días, distribuyendo donaciones y participando en los trabajos de ayuda y reconstrucción en los barrios más afectados (…) Los integrantes de las agrupaciones K, con la coordinación del diputado nacional y referente de La Cámpora Andrés Larroque, tomaron el control del edificio para supervisar la entrada y salida de personas ajenas a las organizaciones, incluyendo a quienes iban a llevar ropa y comida para los inundados”, aseguró.
Además, “la participación de las organizaciones kirchneristas en el operativo de auxilio a los damnificados, a cuyos integrantes siempre se vio con pecheras y rótulos identificatorios, generó cuestionamientos e incluso roces violentos, como los que se produjeron con miembros de la Uocra el sábado 6 y el lunes 8. El primer choque ocurrió cuando los gremialistas impidieron que la agrupación K entregara mercaderías en Villa Elvira; el segundo, poco antes de la visita presidencial. Por este segundo hecho, que incluyó palazos y piedrazos, fue detenido Cristian Medina, hijo del líder de la Uocra platense, Juan Pablo ‛Pata‛ Medina”. En este párrafo, insistía en plantear la existencia una pelea entre dos grupos violentos, a contrapelo de las imágenes que mostraban a una patota identificada con insignias de la Uocra atacando a voluntarios que realizaban tareas comunitarias frente a una escuela pública. Una vez, se expresaba la discrepancia flagrante entre el relato periodístico y los hechos.

12.3.13

Scioli, el elegido




La suposición de que el periodismo es un “cuarto poder” encargado de controlar las instituciones democrática, es una hipótesis cada vez más débil. La prensa hegemónica no cumple un rol de censor moral de las acciones políticas ni fomenta un debate ciudadano sobre políticas de Estado. Por lo menos no es su rol central. En la Argentina construye la agenda periodística y la tipificación positiva, negativa o neutra de los actores sociales y políticos, y lo hace en función de sus propios intereses y los de las empresas y sectores de poder a los que representa.
El caso de Daniel Scioli, es muy claro en ese sentido. El gobernador es visto por los medios dominantes como una esperanza de ruptura en el oficialismo. Lejos de cumplir un rol imparcial, en 2011 la prensa hegemónica no dudó en transformarse en un eje articulador de la oposición, a través de intentos fallidos de unidad de sectores disímiles o de constitución de un “peronismo disidente” que pudiera captar parte de la base social de tradición peronista. No obstante esos intentos, sus pronósticos de segunda vuelta fracasaron estrepitosamente en los comicios de octubre de ese año.
La estrategia de los medios dominantes consiste ahora en ir construyendo en el imaginario colectivo un eje diferenciador entre los partidarios de la Jefa de Estado y los dirigentes que podrían liderar una ruptura del oficialismo que ponga freno al proceso de transformaciones llevado adelante por el gobierno nacional, al menos en aquellas cuestiones en que son perjudicados sus intereses, como la ley de medios o el programa “futbol para todos”.
Los partidarios del gobierno nacional son usualmente descriptos como integrantes de una suerte de secta de fanáticos: “ultrakirchneristas” o miembros del “kirchnerismo duro”. Y las iniciativas oficiales, descalificadas a partir de tipificaciones parecidas, como “ley k”, o bien con aclaraciones tales como que se trata de una cuestión “polémica”. El gobierno de Cristina Fernández es presentado como responsable de todas las dificultades económico-sociales, como el incremento de precios dispuestos por empresas de posición dominante en el mercado; hechos delictivos como los sucedidos en Junín o La Plata esta semana; o la falta de avances en causas judiciales, como la del atentado contra la sede de la AMIA.
Las acciones del gobernador, en cambio, reciben un trato diferenciado, y las dificultades político-sociales que se presentan en su jurisdicción son supuestas como consecuencia de políticas nacionales, o bien se muestra al mandatario provincial buscando soluciones y al gobierno de Cristina Fernández  poniendo obstáculos en esa búsqueda.
A la vez, se sugiere que las declaraciones o hechos políticos que muestran al gobernador en sintonía con el proceso político nacional son algo así como “puestas en escena”, mientras que las “fotos” que lo ponen junto con actores político de escasa o nula afinidad con el kirchnerismo serían una manifestación genuina del pensamiento componedor y dialoguista de Scioli. Esa “virtud” del gobernador es mostrada en disonancia con el decisionismo presidencial, que implica la toma de decisiones con independencia de los grupos de poder a los que defiende la prensa hegemónica, lo cual le vale acusaciones de despotismo o absolutismo.
El supuesto “autoritarismo” presidencial – en realidad, autoridad conferida por los votos – se complementa con la idea de que se mantiene al gobernador en una situación de subordinación económica y política, debido a las dificultades financieras que padece su administración y el reducido número de legisladores afines. Los problemas económicos son presentados como consecuencia de la “falta de ayuda” nacional y utilizados para sugerir que el mandatario provincial sería una simple “víctima” de las circunstancias, y que lo más lógico sería que se “libere” de ese yugo y reoriente sus alianzas políticas hacia el “antikirchnerismo”.
Algunas decisiones de la gestión bonaerense, junto con la práctica de Scioli de mostrarse con dirigentes opositores al proceso político nacional, constituyen el punto de certeza sobre el cual se construye esa “realidad” mediática. Entre las decisiones administrativas puede mencionarse el apoyo publicitario a la prensa hegemónica y a iniciativas como Expoagro; mientras que el diálogo reservado con Julio Cobos, una “esperanza mediática” fallida, constituye quizás el punto más alto de la política “gestual”.
¿Hasta cuándo continuará esta campaña? De no haber un reacomodamiento de los intereses a los que representa la prensa hegemónica ni una “ruptura” del gobernador con ese sector del periodismo ni con el gobierno nacional, la situación podría continuar quizás hasta los comicios de 2015. El incremento de la violencia verbal de parte de amplios sectores de la prensa hace pensar sin embargo que imaginan escenarios de definición incluso antes de esa fecha. Dependerá entonces de los propios actores políticos.