La negativa de Daniel Scioli a
sumarse a la ruptura del orden jurídico impulsada por el jefe de Gobierno
porteño, Mauricio Macri, en relación con las leyes de prensa sancionadas por el
Congreso de la Nación; y la participación del gobernador en una reunión donde
el Partido Justicialista ratificó su respaldo a la gestión presidencial, parece
haber implicado el alejamiento del mandatario provincial del foco de atención
de la prensa hegemónica.
El último discurso de Cristina
Fernández en Lomas de Zamora, donde pidió a los gobernantes subnacionales que
se hagan cargo de sus responsabilidades y reprochó que no todos la defiendan
con vehemencia frente a los ataques de los medios dominantes, dio una nueva
oportunidad para que el gobernador se enfrentara al poder central, según las
especulaciones de La Nación y Clarín, medios que daban por sentado que el
mandatario provincial había sido el principal aludido por la Presidenta.
Scioli concedió entrevistas a varios
diarios y confirmó, sin embargo, su continuidad en el oficialismo, a
contrapelo delas presiones mediáticas. Como aliciente, también pidió más apoyo
parlamentario a sus iniciativas, lo que fue interpretado como una señal de que
quiere tener mayor incidencia en la elaboración de las listas de diputados y
senadores provinciales.
“Scioli dijo que no rompe y también
pidió que lo acompañen”, es uno de los títulos secundarios de la tapa de Clarín
del domingo 2 de junio. Se podría inferir que el pedido de “acompañamiento” busca evitar, desde lo
estrictamente comunicacional, que la decisión del gobernador sea interpretada
como una derrota de la prensa hegemónica, que lo presionó insistentemente para
que enfrente a Cristina Fernández.
“Entiendo a la Presidenta: yo también
quisiera que me acompañen más”, es la frase de Scioli utilizada para dar
título, en el “gran diario argentino”, de la entrevista concedida a Ignacio
Miri. “Scioli desestimó las recientes críticas de Cristina y dijo que no tiene
pensado romper con el Gobierno”, interpreta el matutino de las palabras del
gobernador. Para Clarín, “frente a la cara de Daniel Scioli y mirándolo de a
ratos de reojo pero cuidándose de no nombrarlo, Cristina Kirchner descargó en
Lomas de Zamora una de las ráfagas de fuego amigo que cada tanto le dedica al
gobernador bonaerense”.
Claro que al no nombrarlo dejó
abierta la interpretación, que el principal diario nacional realizó en línea
con su posición proactiva en favor de sembrar discrepancias en el seno del
oficialismo. De hecho, el propio gobernador, en la charla con el periodista, no
convalida la interpretación de que él haya sido el blanco de las críticas
presidenciales. “Yo no puedo sentir que hay una referencia en cuanto a poner la
cara”, dijo. Según Miri, Scioli, sin embargo, “no pone la cara en las batallas
que el kirchnerismo considera fundamentales”, pero Scioli afirmó: “Yo a las
batallas las acompaño a mi manera”. Luego, al ser consultado sobre si “se
siente acompañado por el kirchnerismo”, el gobernador sí realizó un pedido: “Yo
la entiendo a la Presidenta en muchas de las cosas que ha dicho. A mí me pasa
lo mismo. Yo también quisiera que me acompañen más”.
Frente a tan poca materia prima, el
matutino apela a interpretaciones propias sobre dichos y hechos. Según Eduardo
Van der Kooy, “quedó en evidencia que su reproche estuvo dirigido contra Daniel
Scioli, sentado a su derecha. Refirió, como un demérito, a aquellos que sólo
piensan en llevarse bien con todos y que tienen mil amigos. En simultáneo, la
imagen de la televisión oficial reposó sobre el gobernador de Buenos Aires. No
hay improvisaciones en la coreografía cristinista”.
Por otro lado, Clarín sostiene que la
pugna es “por los espacios en las listas”. Allí dice el diario: “Daniel Scioli
nunca dirá lo que quiere escuchar el kirchnerismo. Nunca dirá, tampoco, lo
contrario. El gobernador tiene ‛su manera′, como dice él mismo: mantener contra
cualquier oleaje su intención de dialogar, consensuar, evitar los
‛extremismos′. A esta altura del proyecto kirchnerista, pronunciar esas
palabras es casi una declaración de guerra sorda hacia Cristina Kirchner”,
asegura Clarín. Y se pregunta si “¿llegó la hora de romper?”. No obstante, debe
reconocer: “Eso no ocurrirá. Al menos no será una decisión del gobernador”.
A su vez, según Ricardo Kirschbaum,
“frente a las elecciones, Cristina también fuerza la mano. Las encuestas
previas en la Provincia le exigen que el gobernador ponga el cuerpo. Apostrofó
en público a Scioli, sabiendo que éste no rompería. Su respuesta a la furia de
Cristina fue decir que a él también le gustaría estar más acompañado. Lo que la
Presidenta había reclamado para ella”.
Para el columnista político, “Scioli
tiene, además, el problema de Massa. Si el intendente de Tigre abre una
alternativa en su territorio, el gobernador está en un brete de difícil
ruptura. Para Massa, la decisión de lanzarse, si es que finalmente lo hace,
tiene que ver con su aspiración presidencial. Ese es el punto de conflicto con
Scioli, que también quiere ser el sucesor de Cristina”.
El intendente de Tigre es aludido
también en la nota titulada: “El PJ anti K y Macri mantienen sus recelos y
miran de reojo a Massa”, que firma Santiago Fioriti. “El peronismo y el PRO
podrían ser aliados en un distrito y rivales en otro. El intendente de Tigre
sigue sin definir”, afirma. Un artículo de Guido Bradslavsky va en el mismo sentido:
“En la Provincia todos miran lo que hará el intendente de Tigre, Sergio Massa.
Si decide competir el escenario será otro y condicionará a macristas (que
quieren aliarse a Massa) y también al peronismo disidente, en el que Francisco
de Narváez quiere volver a dar el batacazo, como en 2009”.
A su vez, según el diario La Nación
“la interna del macrismo en la provincia de Buenos Aires vive horas de tensión.
La urgencia que impone el calendario sumó (…) una dura embestida de los
intendentes que buscan un acuerdo con Francisco de Narváez contra los macristas
que abogan, en cambio, por una alianza con Sergio Massa, si el intendente de
Tigre finalmente rompe con el Gobierno”.
Además, según decía Clarín en su
edición del sábado primero, “el intendente de Tigre, Sergio Massa, dijo
desconocer si la presidenta Cristina Fernández se refirió a él o a Daniel
Scioli, y La Nación hablaba de “cruces y chicanas por las alusiones de Cristina
a Scioli”, mientras “el kirchnerismo le pide a Scioli que salga a aguantar los
trapos”, según diversos medios, como La Nación y El Día, que destacaban
palabras de la presidenta del bloque FpV de diputados nacionales, Juliana di
Tulio
La Nación publicaba por su parte un
artículo titulado: “Massa, un síntoma del juego político actual”, firmado por
Eduardo Fidanza, y “el establishment quiere ver una luz en Tigre”, de Francisco
Olivera.
Según Leonardo Míndez, periodista de
Clarín, “con este panorama, la Presidenta comenzó a definir candidaturas junto
a sus operadores, aunque aguardará hasta último momento para tomar la decisión
clave sobre la provincia de Buenos Aires donde la postulación de Alicia
Kirchner no termina de convencer”. Además, el periodista asegura en el diario
del lunes 3: “Massa da otro paso: inscribiría su frente”.
Antes de la entrevista con diversos
medios, el discurso de la Presidenta había dado lugar a especulaciones
políticas de la presa hegemónica. Ricardo Roa, en Clarín, insistía en
diferenciar a “peronismo” y “kirchnerismo” con frases como: “En el peronismo se
podía discutir, en el kirchnerismo está prohibido”. Según Pablo de León.
Scioli “dijo una frase maldita, incluyendo las palabras ‛odio′ y ‛fanatismo′.
Eso terminó de colmar la paciencia de la Presidenta y transformó su tarde en
una jornada de furia”. Según el columnista, “algo se rompió allí, si quedaba
algo en pie. Ahora, se espera qué dirá Scioli”, quien sin embargo, defraudó la
expectativa creada con esta frase.
Según de León, “el gobernador no
puede sacarse de la cabeza la ofensiva de los gremios docentes; y centra en
Roberto Baradel, dirigente cercano al kirchnerismo, la ira sobre sus acciones,
las que no considera aisladas sino con guion dictado desde la Rosada”.
En la “tribuna de doctrina”
Para La Nación, la permanencia de
Scioli en el oficialismo amerita ser tema central de su edición del domingo,
con el título: “Scioli no rompe con el kirchnerismo, pero pide que también lo
cuiden”, con lo cual, al igual que Clarín, trata de atenuar la negativa del
gobernador a sumarse a la estrategia de la prensa hegemónica. “Tras las duras
alusiones de la Presidenta, mantuvo su moderación habitual, aunque reclamó que
no lo ataquen y sugirió que quiere lugares en las listas”, dice Marcelo
Veneranda, que firma el artículo.
“Yo entiendo a la Presidenta muchas
de las cosas que dijo, porque a mí me ha pasado lo mismo: yo también quisiera
que me acompañen más", es la frase del mandatario provincial elegida por
La Nación. “Como no fue nombrado en ese mensaje, el gobernador no hace ningún
esfuerzo por sentirse aludido”, reproduce el diario Y reconoce que no dejará el
oficialismo, aunque “deja su módico reclamo electoral cuando se lo consulta si
pide lugares para los suyos en las listas oficialistas”. El diario lo muestra
“esquivo ante las preguntas que exigen definiciones (y) sólo se muestra
terminante cuando se le pregunta si volverá a ser candidato testimonial”.
Además, logra, según el diario, “apropiarse de las frases de la Presidenta para
defenderse con ellas”.
Jorge Liotti firma una nota de
análisis titulada: “Dos viejos conocidos que aún se necesitan”. Según el
periodista, que no revela la fuente de su especulación, la Presidenta “sabía
que Scioli estaba comentando por lo bajo que como en las elecciones de este año
no estaba en juego su futuro político, no iba a hacer un gran esfuerzo por las
listas del oficialismo (…) Además, en el Gobierno creen que la presencia de
José Scioli en el equipo de Francisco De Narváez es síntoma de un vínculo
fluido con el gobernador que se aceitó últimamente (…) El Gobierno también supo
que funcionarios cercanos a Scioli exhibían como gestos de autonomía la falta
de pronunciamiento del mandatario bonaerense sobre algunos de los temas
críticos para el kirchnerismo”.
Por otro lado, “Scioli también tenía
información del kirchnerismo puro que le preocupaba. Le había llegado el
mensaje de que en el armado de las listas no tendría incidencia, no sólo a
nivel de diputados nacionales, sino también de legisladores provinciales. En el
entorno del gobernador hay resignación en el primer punto, pero aspiran en
cambio a conformar una Legislatura bonaerense menos hostil que la actual, para
que no bombardeen desde allí su proyecto presidencial”.
Y además, el matutino reitera la
supuesta intencionalidad político-partidaria de la huelga docente. Por eso, “el
jueves, antes de que Cristina hablara, Scioli ya sabía que sería criticado. Por
eso después del mediodía organizó la ronda de entrevistas”, dice el columnista.
Por su parte, según Joaquín Morales
Solá, “Cristina Kirchner está desmesuradamente enojada. Implacable y
arbitraria, agarró a Daniel Scioli (¿también a Sergio Massa?) como juguete de
su furia. Las razones profundas de su rabieta están muy lejos de Scioli o de
Massa. Se le han sublevado la Justicia y los servicios de inteligencia; a
veces, hay pasajes subterráneos que vinculan a jueces y espías. La sociedad
está enfadada con ella por la persistencia del delito y la chapucería de su
gobierno en el manejo de la economía”, señala, manteniendo su costumbre de no
citar testimonio alguno que avale sus afirmaciones. “El síntoma evidente de la rabia
presidencial fue el más brutal ataque directo y público que le haya dedicado a
Scioli como gobernador. Le reclamó que no la defendiera públicamente por las
denuncias de corrupción que involucran a Lázaro Báez y a su familia. No lo dijo
así, pero lo deslizó. Cristina nunca se defendió de esas acusaciones. ¿Por qué
la debería defender Scioli? ¿No puede ella, acaso, defenderse sola cuando ni
siquiera lo intentó?”, afirma.
En las diagonales platenses
“Scioli aseguró que no piensa romper
con el gobierno nacional”, es el título elegido por El Día para titular su
entrevista con el gobernador. Y agrega que es “pese a las críticas que recibió
en los últimos días de la presidenta Cristina Kirchner”, aunque dice que “no se
privó de marcar diferencias con la Casa Rosada”. Para el diario platense, el
pedido de acompañamiento a su gestión fue “un tiro por elevación al
kirchnerismo que le viene frenando proyectos en la Legislatura y que le retacea
asistencia financiera para su administración”.
Según el matutino del Grupo
Kraiselburd, “la posición de Scioli de plantear la discusión con la Rosada por
las listas bonaerenses, surge en medio de las versiones que indican que el
kirchnerismo puro se dispone a copar las nóminas y relegar a otros actores,
como el sciolismo, que integran el Frente para la Victoria. El Gobernador
pretendería contar con al menos un representante por sección electoral, un
esquema similar al que se planteó hace dos años”.
Por su parte, Marisa Alvarez, en su
comentario dominical, afirma que “no hay resquicio para dudar de que la
embestida (…) fundamentalmente incluyó a Daniel Scioli que, visiblemente tenso,
la escuchaba a dos metros de distancia (…) Creer, por lo tanto, que no hablaba
de Scioli es creer en las hadas”.
Según Alvarez, “por reiterada a lo
largo de la compleja relación entre los Kirchner y Scioli, la embestida en sí
misma no sorprendió. Pero la dureza conceptual y formal de la descarga, el
vocabulario y el tono utilizados, en definitiva, el lenguaje de la furia que la
Presidenta utilizó, generaron dos interrogantes centrales: por qué y para qué
Cristina volvió a poner en la escena pública semejante nivel de diferencias y
broncas con el gobernador del distrito donde se definirá el resultado de las
elecciones de este año y, por lo tanto, donde el oficialismo comenzará a
jugarse ya el 2015”.
Para la columnista, “el listado de
los ‛porqué′ que admiten en el núcleo duro del kirchnerismo remite a una
acumulación de graves desconfianzas y peores sospechas sobre el accionar y las
intencionalidades institucionales y políticas de Scioli (…) Sectores del
kirchnerismo sostienen que esas ‛actitudes′ tendientes a desgastar al gobierno
nacional se completarían con una jugada política. Sospechan, concretamente, que
las públicas simpatías de Francisco De Narváez hacia el Gobernador se
traducirían en un acuerdo que le permitiría a Scioli poner candidatos propios
en las listas del peronismo opositor, mientras formalmente se mantiene en el
esquema del Frente para la Victoria. En ese marco, la embestida en público de
Cristina tendría el objetivo de ‛desenmascarar′ a Scioli para forzarlo a
abandonar las ambigüedades que le adjudican y a ejercer una defensa total del
gobierno nacional y de la figura de la Presidenta durante el proceso de campaña
virtualmente en marcha... O a definir ya una ruptura, si está dispuesto a
enfrentar al kirchnerismo en busca de su candidatura presidencial del 2015”.
Haciendo eco a la interpretación
dominante, Alvarez también adjudica intencionalidades político- partidarias a
la protesta de los docentes provinciales y se pregunta: “¿Están buscando
generar las condiciones para una intervención federal a la Provincia?”. Ya
segura que en “algunos despachos bonaerenses (…) empiezan a temer que el
objetivo del ultrakirchnerismo sea desalojar a Scioli de la Gobernación este
año”.