4.6.13

Scioli, fuera del foco principal de la prensa hegemónica








La negativa de Daniel Scioli a sumarse a la ruptura del orden jurídico impulsada por el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, en relación con las leyes de prensa sancionadas por el Congreso de la Nación; y la participación del gobernador en una reunión donde el Partido Justicialista ratificó su respaldo a la gestión presidencial, parece haber implicado el alejamiento del mandatario provincial del foco de atención de la prensa hegemónica.
El último discurso de Cristina Fernández en Lomas de Zamora, donde pidió a los gobernantes subnacionales que se hagan cargo de sus responsabilidades y reprochó que no todos la defiendan con vehemencia frente a los ataques de los medios dominantes, dio una nueva oportunidad para que el gobernador se enfrentara al poder central, según las especulaciones de La Nación y Clarín, medios que daban por sentado que el mandatario provincial había sido el principal aludido por la Presidenta.
Scioli concedió entrevistas a varios diarios  y confirmó, sin embargo, su continuidad en el oficialismo, a contrapelo delas presiones mediáticas. Como aliciente, también pidió más apoyo parlamentario a sus iniciativas, lo que fue interpretado como una señal de que quiere tener mayor incidencia en la elaboración de las listas de diputados y senadores provinciales.
“Scioli dijo que no rompe y también pidió que lo acompañen”, es uno de los títulos secundarios de la tapa de Clarín del domingo 2 de junio. Se podría inferir que el pedido de “acompañamiento” busca evitar, desde lo estrictamente comunicacional, que la decisión del gobernador sea interpretada como una derrota de la prensa hegemónica, que lo presionó insistentemente para que enfrente a Cristina Fernández.
“Entiendo a la Presidenta: yo también quisiera que me acompañen más”, es la frase de Scioli utilizada para dar título, en el “gran diario argentino”, de la entrevista concedida a Ignacio Miri. “Scioli desestimó las recientes críticas de Cristina y dijo que no tiene pensado romper con el Gobierno”, interpreta el matutino de las palabras del gobernador. Para Clarín, “frente a la cara de Daniel Scioli y mirándolo de a ratos de reojo pero cuidándose de no nombrarlo, Cristina Kirchner descargó en Lomas de Zamora una de las ráfagas de fuego amigo que cada tanto le dedica al gobernador bonaerense”.
Claro que al no nombrarlo dejó abierta la interpretación, que el principal diario nacional realizó en línea con su posición proactiva en favor de sembrar discrepancias en el seno del oficialismo. De hecho, el propio gobernador, en la charla con el periodista, no convalida la interpretación de que él haya sido el blanco de las críticas presidenciales. “Yo no puedo sentir que hay una referencia en cuanto a poner la cara”, dijo. Según Miri, Scioli, sin embargo, “no pone la cara en las batallas que el kirchnerismo considera fundamentales”, pero Scioli afirmó: “Yo a las batallas las acompaño a mi manera”. Luego, al ser consultado sobre si “se siente acompañado por el kirchnerismo”, el gobernador sí realizó un pedido: “Yo la entiendo a la Presidenta en muchas de las cosas que ha dicho. A mí me pasa lo mismo. Yo también quisiera que me acompañen más”.
Frente a tan poca materia prima, el matutino apela a interpretaciones propias sobre dichos y hechos. Según Eduardo Van der Kooy, “quedó en evidencia que su reproche estuvo dirigido contra Daniel Scioli, sentado a su derecha. Refirió, como un demérito, a aquellos que sólo piensan en llevarse bien con todos y que tienen mil amigos. En simultáneo, la imagen de la televisión oficial reposó sobre el gobernador de Buenos Aires. No hay improvisaciones en la coreografía cristinista”.
Por otro lado, Clarín sostiene que la pugna es “por los espacios en las listas”. Allí dice el diario: “Daniel Scioli nunca dirá lo que quiere escuchar el kirchnerismo. Nunca dirá, tampoco, lo contrario. El gobernador tiene ‛su manera′, como dice él mismo: mantener contra cualquier oleaje su intención de dialogar, consensuar, evitar los ‛extremismos′. A esta altura del proyecto kirchnerista, pronunciar esas palabras es casi una declaración de guerra sorda hacia Cristina Kirchner”, asegura Clarín. Y se pregunta si “¿llegó la hora de romper?”. No obstante, debe reconocer: “Eso no ocurrirá. Al menos no será una decisión del gobernador”.
A su vez, según Ricardo Kirschbaum, “frente a las elecciones, Cristina también fuerza la mano. Las encuestas previas en la Provincia le exigen que el gobernador ponga el cuerpo. Apostrofó en público a Scioli, sabiendo que éste no rompería. Su respuesta a la furia de Cristina fue decir que a él también le gustaría estar más acompañado. Lo que la Presidenta había reclamado para ella”.
Para el columnista político, “Scioli tiene, además, el problema de Massa. Si el intendente de Tigre abre una alternativa en su territorio, el gobernador está en un brete de difícil ruptura. Para Massa, la decisión de lanzarse, si es que finalmente lo hace, tiene que ver con su aspiración presidencial. Ese es el punto de conflicto con Scioli, que también quiere ser el sucesor de Cristina”.
El intendente de Tigre es aludido también en la nota titulada: “El PJ anti K y Macri mantienen sus recelos y miran de reojo a Massa”, que firma Santiago Fioriti. “El peronismo y el PRO podrían ser aliados en un distrito y rivales en otro. El intendente de Tigre sigue sin definir”, afirma. Un artículo de Guido Bradslavsky va en el mismo sentido: “En la Provincia todos miran lo que hará el intendente de Tigre, Sergio Massa. Si decide competir el escenario será otro y condicionará a macristas (que quieren aliarse a Massa) y también al peronismo disidente, en el que Francisco de Narváez quiere volver a dar el batacazo, como en 2009”.
A su vez, según el diario La Nación “la interna del macrismo en la provincia de Buenos Aires vive horas de tensión. La urgencia que impone el calendario sumó (…) una dura embestida de los intendentes que buscan un acuerdo con Francisco de Narváez contra los macristas que abogan, en cambio, por una alianza con Sergio Massa, si el intendente de Tigre finalmente rompe con el Gobierno”.
Además, según decía Clarín en su edición del sábado primero, “el intendente de Tigre, Sergio Massa, dijo desconocer si la presidenta Cristina Fernández se refirió a él o a Daniel Scioli, y La Nación hablaba de “cruces y chicanas por las alusiones de Cristina a Scioli”, mientras “el kirchnerismo le pide a Scioli que salga a aguantar los trapos”, según diversos medios, como La Nación y El Día, que destacaban palabras de la presidenta del bloque FpV de diputados nacionales, Juliana di Tulio
La Nación publicaba por su parte un artículo titulado: “Massa, un síntoma del juego político actual”, firmado por Eduardo Fidanza, y “el establishment quiere ver una luz en Tigre”, de Francisco Olivera.
Según Leonardo Míndez, periodista de Clarín, “con este panorama, la Presidenta comenzó a definir candidaturas junto a sus operadores, aunque aguardará hasta último momento para tomar la decisión clave sobre la provincia de Buenos Aires donde la postulación de Alicia Kirchner no termina de convencer”. Además, el periodista asegura en el diario del lunes 3: “Massa da otro paso: inscribiría su frente”.
Antes de la entrevista con diversos medios, el discurso de la Presidenta había dado lugar a especulaciones políticas de la presa hegemónica. Ricardo Roa, en Clarín, insistía en diferenciar a “peronismo” y “kirchnerismo” con frases como: “En el peronismo se podía discutir, en el kirchnerismo está prohibido”. Según Pablo de León.  Scioli “dijo una frase maldita, incluyendo las palabras ‛odio′ y ‛fanatismo′. Eso terminó de colmar la paciencia de la Presidenta y transformó su tarde en una jornada de furia”. Según el columnista, “algo se rompió allí, si quedaba algo en pie. Ahora, se espera qué dirá Scioli”, quien sin embargo, defraudó la expectativa creada con esta frase.
Según de León, “el gobernador no puede sacarse de la cabeza la ofensiva de los gremios docentes; y centra en Roberto Baradel, dirigente cercano al kirchnerismo, la ira sobre sus acciones, las que no considera aisladas sino con guion dictado desde la Rosada”.

En la “tribuna de doctrina”

Para La Nación, la permanencia de Scioli en el oficialismo amerita ser tema central de su edición del domingo, con el título: “Scioli no rompe con el kirchnerismo, pero pide que también lo cuiden”, con lo cual, al igual que Clarín, trata de atenuar la negativa del gobernador a sumarse a la estrategia de la prensa hegemónica. “Tras las duras alusiones de la Presidenta, mantuvo su moderación habitual, aunque reclamó que no lo ataquen y sugirió que quiere lugares en las listas”, dice Marcelo Veneranda, que firma el artículo.
“Yo entiendo a la Presidenta muchas de las cosas que dijo, porque a mí me ha pasado lo mismo: yo también quisiera que me acompañen más", es la frase del mandatario provincial elegida por La Nación. “Como no fue nombrado en ese mensaje, el gobernador no hace ningún esfuerzo por sentirse aludido”, reproduce el diario Y reconoce que no dejará el oficialismo, aunque “deja su módico reclamo electoral cuando se lo consulta si pide lugares para los suyos en las listas oficialistas”. El diario lo muestra “esquivo ante las preguntas que exigen definiciones (y) sólo se muestra terminante cuando se le pregunta si volverá a ser candidato testimonial”. Además, logra, según el diario, “apropiarse de las frases de la Presidenta para defenderse con ellas”.
Jorge Liotti firma una nota de análisis titulada: “Dos viejos conocidos que aún se necesitan”. Según el periodista, que no revela la fuente de su especulación, la Presidenta “sabía que Scioli estaba comentando por lo bajo que como en las elecciones de este año no estaba en juego su futuro político, no iba a hacer un gran esfuerzo por las listas del oficialismo (…) Además, en el Gobierno creen que la presencia de José Scioli en el equipo de Francisco De Narváez es síntoma de un vínculo fluido con el gobernador que se aceitó últimamente (…) El Gobierno también supo que funcionarios cercanos a Scioli exhibían como gestos de autonomía la falta de pronunciamiento del mandatario bonaerense sobre algunos de los temas críticos para el kirchnerismo”.
Por otro lado, “Scioli también tenía información del kirchnerismo puro que le preocupaba. Le había llegado el mensaje de que en el armado de las listas no tendría incidencia, no sólo a nivel de diputados nacionales, sino también de legisladores provinciales. En el entorno del gobernador hay resignación en el primer punto, pero aspiran en cambio a conformar una Legislatura bonaerense menos hostil que la actual, para que no bombardeen desde allí su proyecto presidencial”.
Y además, el matutino reitera la supuesta intencionalidad político-partidaria de la huelga docente. Por eso, “el jueves, antes de que Cristina hablara, Scioli ya sabía que sería criticado. Por eso después del mediodía organizó la ronda de entrevistas”, dice el columnista.
Por su parte, según Joaquín Morales Solá, “Cristina Kirchner está desmesuradamente enojada. Implacable y arbitraria, agarró a Daniel Scioli (¿también a Sergio Massa?) como juguete de su furia. Las razones profundas de su rabieta están muy lejos de Scioli o de Massa. Se le han sublevado la Justicia y los servicios de inteligencia; a veces, hay pasajes subterráneos que vinculan a jueces y espías. La sociedad está enfadada con ella por la persistencia del delito y la chapucería de su gobierno en el manejo de la economía”, señala, manteniendo su costumbre de no citar testimonio alguno que avale sus afirmaciones. “El síntoma evidente de la rabia presidencial fue el más brutal ataque directo y público que le haya dedicado a Scioli como gobernador. Le reclamó que no la defendiera públicamente por las denuncias de corrupción que involucran a Lázaro Báez y a su familia. No lo dijo así, pero lo deslizó. Cristina nunca se defendió de esas acusaciones. ¿Por qué la debería defender Scioli? ¿No puede ella, acaso, defenderse sola cuando ni siquiera lo intentó?”, afirma.
En las diagonales platenses
“Scioli aseguró que no piensa romper con el gobierno nacional”, es el título elegido por El Día para titular su entrevista con el gobernador. Y agrega que es “pese a las críticas que recibió en los últimos días de la presidenta Cristina Kirchner”, aunque dice que “no se privó de marcar diferencias con la Casa Rosada”. Para el diario platense, el pedido de acompañamiento a su gestión fue “un tiro por elevación al kirchnerismo que le viene frenando proyectos en la Legislatura y que le retacea asistencia financiera para su administración”.
Según el matutino del Grupo Kraiselburd, “la posición de Scioli de plantear la discusión con la Rosada por las listas bonaerenses, surge en medio de las versiones que indican que el kirchnerismo puro se dispone a copar las nóminas y relegar a otros actores, como el sciolismo, que integran el Frente para la Victoria. El Gobernador pretendería contar con al menos un representante por sección electoral, un esquema similar al que se planteó hace dos años”.
Por su parte, Marisa Alvarez, en su comentario dominical, afirma que “no hay resquicio para dudar de que la embestida (…) fundamentalmente incluyó a Daniel Scioli que, visiblemente tenso, la escuchaba a dos metros de distancia (…) Creer, por lo tanto, que no hablaba de Scioli es creer en las hadas”.
Según Alvarez, “por reiterada a lo largo de la compleja relación entre los Kirchner y Scioli, la embestida en sí misma no sorprendió. Pero la dureza conceptual y formal de la descarga, el vocabulario y el tono utilizados, en definitiva, el lenguaje de la furia que la Presidenta utilizó, generaron dos interrogantes centrales: por qué y para qué Cristina volvió a poner en la escena pública semejante nivel de diferencias y broncas con el gobernador del distrito donde se definirá el resultado de las elecciones de este año y, por lo tanto, donde el oficialismo comenzará a jugarse ya el 2015”.
Para la columnista, “el listado de los ‛porqué′ que admiten en el núcleo duro del kirchnerismo remite a una acumulación de graves desconfianzas y peores sospechas sobre el accionar y las intencionalidades institucionales y políticas de Scioli (…) Sectores del kirchnerismo sostienen que esas ‛actitudes′ tendientes a desgastar al gobierno nacional se completarían con una jugada política. Sospechan, concretamente, que las públicas simpatías de Francisco De Narváez hacia el Gobernador se traducirían en un acuerdo que le permitiría a Scioli poner candidatos propios en las listas del peronismo opositor, mientras formalmente se mantiene en el esquema del Frente para la Victoria. En ese marco, la embestida en público de Cristina tendría el objetivo de ‛desenmascarar′ a Scioli para forzarlo a abandonar las ambigüedades que le adjudican y a ejercer una defensa total del gobierno nacional y de la figura de la Presidenta durante el proceso de campaña virtualmente en marcha... O a definir ya una ruptura, si está dispuesto a enfrentar al kirchnerismo en busca de su candidatura presidencial del 2015”.

Haciendo eco a la interpretación dominante, Alvarez también adjudica intencionalidades político- partidarias a la protesta de los docentes provinciales y se pregunta: “¿Están buscando generar las condiciones para una intervención federal a la Provincia?”. Ya segura que en “algunos despachos bonaerenses (…) empiezan a temer que el objetivo del ultrakirchnerismo sea desalojar a Scioli de la Gobernación este año”.