29.6.16

Ahora dicen que es “confortable” consumir menos

Germán Celesia*Los principales “formadores de opinión” del oficialismo promocionan hábitos austeros para enfrentar la indignación por los incrementos de precios, aunque la baja de la actividad económica no parece afectar por ahora el consumo suntuario de los sectores de altos ingresos





El efecto inflacionario de la devaluación, la suba de tarifas y la disminución o eliminación de retenciones, eran perfectamente previsibles, salvo para las fantasiosas predicciones del ministro Prat Gay. También lo era la reducción del consumo popular por el alto precio de productos de primera necesidad. No debería extrañar por lo tanto que los medios oficialistas, en especial Clarín, se ocuparan tempranamente de ofrecer “soluciones” para los pobres y los núcleos familiares de ingresos medios.
El “gran diario argentino”, en el inicio del verano, instó a los argentinos a volver a alternativas más económicas y “confortables” como el ventilador de techo y la pileta de lona, para enfrentar el inminente aumento tarifario. La Nación, propuso a los sectores de nivel socio económico más elevado una moda novedosa y conveniente para los nuevos tiempos: el “consumo cero”.
La dimensión “real” de la inflación generada desde el poder central, como ya se ha señalado, fue enmascarada en lo que va del mandato de Mauricio Macri por la falta de indicadores del Indec. Sin embargo, sus “culpables”, según el relato del “periodismo” oficialista, pertenecerían al gobierno anterior, aunque Cristina Fernández no haya sido responsable de ninguna de las medidas adoptadas por la gestión macrista. Sucede en este caso lo mismo que en el dólar futuro, donde el juez oficialista Claudio Bonadío responsabiliza a la gestión anterior por las consecuencias de la devaluación del peso resuelta por el actual gobierno.
La contracara de esta explosión inflacionaria es el reverdecer de algunos nichos de consumo suntuario, que dieron lugar al aumento del turismo en el extranjero y la compra de camionetas de doble tracción o propiedades de lujo en la ciudad de Buenos Aires.
El “confort” de no consumir
El 31 de diciembre pasado, luego de la devaluación, y cuando el incremento tarifario estaba en lista de espera, Clarín editó en su suplemento de arquitectura un artículo en el que invitaba a sus lectores a encontrar un costado “confortable” y ecológicamente responsable a la reducción del consumo eléctrico.
El título de la nota firmada por Fabián Gaterra invitaba a “volver al ventilador: el mejor aliado para combatir el calor y la crisis energética”. Según el arquitecto, “el aire acondicionado es una máquina de producir frío para remover calor”. Y “si la red eléctrica no está en buenas condiciones, el uso de estos equipos dispara el consumo. En cambio, el ventilador consume mucho menos y produce una agradable sensación de confort” (1).
Ese intento primitivo por promover la “austeridad”, enmascarado en la supuesta “crisis energética”, no resultó ser una isla en medio del océano, sino parte de un archipiélago que se iría conformando con sucesivos artículos, convenientemente reproducidos por medios-eco del propio Grupo Clarín o de otros emprendimientos y cadenas de comunicación.
El 18 de enero, Rolando Barbano, en el “gran diario argentino”, hacía una suerte de apología nostálgica de una alternativa económica a los acondicionadores de aire, en un artículo titulado: “Pelopincho vieja y querida” (2).
El primero de febrero, cuando ya se vislumbraba el incremento del servicio eléctrico, “de hasta el 700%”, según reconocía, el diario elaboraba una nota donde invitaba a la resignación de los usuarios: “Suba de tarifas: 10 claves para ahorrar en el consumo de energía en casa”. El listado incluía consejos tales como: “Limpiar pantallas y bombitas de luz para no perder luminosidad (…) Usar el lavarropas con agua fría y jabón de baja espuma”. Y “No colocar la unidad externa del aire acondicionado al sol” (3).
El suplemento “Entre mujeres” del diario no se quedó atrás y publicó una nota  y varios videos bajo el título “Planificar las compras, la primera clave para ahorrar en el supermercado”. Según el columnista Andy Freyre (actual funcionario del gobierno porteño), “en días en los que la inflación está a la orden del día y cada vez que entramos al súper miramos (y nos enteramos) cuánto sale el producto que necesitamos y en base a eso decidimos si lo llevamos o no, las estrategias para ahorrar se hacen imprescindibles” (4).
El mismo columnista-funcionario hablaba de “las 4 excusas más repetidas para no ahorrar”. Su razonamiento era: “No vas a ser más pobre ni más rica por tomarte un cafecito o comprarte un vestido que te gustó de la vidriera, pero es probable que esos ´antojos´ consumistas estén socavando -poco a poco y sin que seas del todo consciente- tu capacidad de ahorro” (5).
El suplemento sugería además “10 trucos para ahorrar en el supermercado”.  Según decía: “Si llegás al súper con una idea y salís con un carrito repleto, estos consejos son para vos: Organizate, planificá tu menú y olvidate de las compras impulsivas”. Acto seguido, entregaba “una decena de sugerencias para ajustar tu presupuesto y hacer que tu dinero rinda más”. Entre los consejos, estaban algunos probablemente razonables como: “planificá tus comidas y tus compras con anticipación”, “eliminá los productos innecesarios de la lista”, “resistite a las ´grandes ofertas´ de productos que no usás”, y otros insólitos como “olvidate del carrito”, lo que restringiría la compra a los productos que pueden llevarse cargados encima de uno (6).
La mayoría de estos razonamientos encontraban “fundamento” científico en una nota del 10 de mayo último, en la que se advertía que, según un “estudio reciente” de la consultora Focus Market, el “gasto hormiga” de alfajores, chicles y cigarrillos, sería “un enemigo que puede llevarse más de tres sueldos anuales” (7). El foco era quitado del que se deduciría de la búsqueda de los responsables de que abril haya sido “el peor mes del año para el consumo”, ya que “las ventas cayeron un 6,6%”, según el propio Clarín.
La moda del “consumo cero”
"Hoy es el primer día del resto de este año en el que no vamos a comprar ni una sola cosa para nosotras. Ni ropa, ni una crema, ni un libro, ni nada. La de ayer fue, tal vez, nuestra última tarde como personas normales. Podíamos comprar lo que queríamos, donde creíamos que nos convenía y pagarlo como podíamos. Como todos. Bueno, como casi todos. Desde ahora las reglas cambiaron. Vamos a desconsumirnos. Para los nuestros seremos como extrañas. Para los extraños seremos eso mismo: raras. Dos mujeres que asumen el compromiso de pasar todo un año sin comprar nada más que lo necesario. Ni un solo objeto cuyo destino final sea la acumulación”. Así comienza una serie de artículos – englobados en el “Proyecto Deseo Consumido” - con los que La Nación apunta a sumar a sectores de mayor status aparente al “desconsumismo” al que el gobierno macrista obliga a la mayor parte de las familias argentinas con sus políticas.
En clara crítica a la incorporación al consumo popular por parte del kirchnerismo, decía el matutino: “Es increíble cómo cambió en estos años nuestra noción de ahorro. La inflación le quitó sentido económico a la postergación del consumo, tanto que para nuestra generación, ´ahorro´ y ´descuento´ se convirtieron en sinónimos. Así, los argentinos ´ahorramos´ gastando dinero” (8). Ahora, frente a la aceleración de la espiral inflacionario promovida por el gobierno, la respuesta del matutino parece ser “ahorrar” gastos para dar el ejemplo de la “gente bien” a los sectores populares que debieron restringir el consumo sin necesidad de subirse a tendencia alguna.
Una informe publicado el 9 de marzo confirmó que la “moda” ya fue impuesta por la fuerza a los sectores de menores ingresos: “El consumo de carne vacuna cayó un 5,37% en el bimestre enero/febrero de 2016 respecto de igual período de 2015, al pasar de 57,7 a 54,6 kilos por habitante por año, con lo que el segmento en análisis resultó el peor desde 2011” (9).
El 6 de abril, coincidió Clarín: “El consumo de carne por habitante alcanzó en el primer trimestre del año los 55,9 kilogramos anuales, lo que representó una caída de 6% en comparación con el mismo periodo de 2015, y resultó la segunda cifra más baja en los últimos diez años”. ¿El motivo?: “El precio promedio de la carne para el consumidor exhibió en marzo un aumento de 44% en forma interanual” (10). ¿Queda alguna duda?
Ya en el mes de mayo, a falta de datos oficiales, “consultoras confirman que inflación en abril fue la más alta en casi 14 años”, publicó Ambito Financiero. “La más conservadora supera el 6%”, advertía. Matías Ortega, escribió: “un cóctel mezcla de tarifas de servicios, transportes, combustibles, alimentos, prepagas, cigarrillos, entre otros ingredientes, derivaron en un trago amargo para los consumidores. Según los especialistas consultados por ámbito.com, las estimaciones de la inflación de abril se ubican entre 6 y 8%, lo que representa la suba más alta en casi 14 años, cuando en junio de 2002 marcó 8,2%” (11).
La Nación trató sin embargo de buscar un costado amable al asunto. Sobre el incremento de los productos fabricados con tabaco dijo: “Cigarrillos: prevén que caerá el consumo”. Según Fabiola Czubaj, “con las subas, estiman que se reducirá un 15% anual”. No obstante, el costado positivo sería que “desde la salud pública es una medida bien recibida porque está demostrado que desalienta el consumo -y su inicio en los más jóvenes-, a la vez que reduce la carga de enfermedad que genera el humo de tabaco y sus costos para el sistema sanitario” (12).
El 3 de mayo, tras una larga etapa de “consejos” a sus lectores, el grupo Clarín debió ceder a las evidencias: “Por la inflación de los últimos meses, caen hasta las compras de alimentos”, ya que “comer carne cuesta 44% más que hace un año. Las frutas se encarecieron 47% y las verduras, otro 45%. Estos alimentos básicos son de los que más subieron en doce meses y encarecieron la canasta de consumo. La reacción fue lógica: ante la inflación, los consumidores compraron menos y las ventas de supermercados, autoservicios y almacenes bajaron”.
Entonces, “la venta en unidades de una importante cadena de supermercados cayó 5% interanual en el primer trimestre. La consultora CCR registró caídas en el consumo de carne del 6% en el primer trimestre y de hasta 4,5% en el resto de los alimentos. El consumo de carne vacuna por habitante cayó 5,9% interanual en el primer trimestre del año, según la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes (Ciccra)”.
A su vez, “entre noviembre y febrero, los meses de mayores subas, los datos de Indecom muestran que la venta de carne cayó hasta 11,4% en la Ciudad, hasta 16% en el Conurbano y hasta 21% en el interior del país” (13).
La “alegría” de los ricos
Frente a estos indicadores negativos y la campaña de la prensa hegemónica para tratar de naturalizar el “desconsumismo”, surgió en estos primeros meses del gobierno, sin embargo, una incipiente tendencia al incremento de consumo suntuario, el cual sin embargo encontró poco espacio en los medios.
“En una economía que sólo trae pesares para el Gobierno por la caída general de ventas, los patentamientos, en abril registraron una suba del 13,8% respecto de igual período del año anterior. Pero eso no es todo. Lo más llamativo es cuál fue el modelo más vendido del mes. Se trata de la pick- up Hilux, un vehículo que parte de los $ 410.000 hasta $ 780.000 que desplazó a los tradicionales líderes del mercado que son los económicos Volkswagen Gol y Chevrolet Classic. Pero además, la versión más demandada fue la más equipada, la 4x4 SRX con caja automática, la más cara, y le sigue el modelo con caja manual que cuesta unos $ 730.000”. La nota publicada en Ambito Financiero no deja espacio para la duda.
“La explicación de este cambio puede encontrarse en el sector agropecuario. Las mejores perspectivas para el campo por la baja de las retenciones y la devaluación están generando una mayor demanda de este tipo de vehículos”, asegura el matutino (14).
En el mismo sentido puede interpretarse el siguiente dato, publicado por Página/12: “La fuga de divisas en el primer trimestre del año fue la más elevada desde el estallido de la crisis financiera internacional en 2009. La compra bruta de moneda extranjera en el primer trimestre sumó 4310 millones de dólares, al tiempo que se anotaron ventas de divisas por 1011 millones, con lo cual la formación de activos externos neta ascendió a 3300 millones”.
Además, “el turismo fue otro rubro de fuerte desequilibrio en materia de divisas. En los primeros tres meses del año se anotó un déficit de 2214 millones de dólares, cuando el rojo había sido de 1849 millones en el mismo período del 2014, lo que es equivalente a un alza del 19,4 por ciento. Los turistas extranjeros ingresaron al país por vías legales 406 millones de dólares, mientras que los argentinos que viajaron al mundo gastaron en pasajes, estadía y compras 2620 millones” (15).
Pero no sólo en viajes gastaron dinero los sectores de mayores ingresos, según se deduce de otro artículo publicado en La Nación. Con datos del Colegio de Escribanos, anunció: “Crecieron un 14,1% las escrituras en la ciudad de Buenos Aires en marzo”. Entre líneas, el diario reconoció algunos detalles importantes:   “El valor promedio subió 58,8%” (16), por encima del incremento de los costos de construcción. Es decir, el aumento en las transacciones se explica por la compra propiedades de mayor valor, obviamente de parte de los sectores de nivel adquisitivo más elevado, ya que “las escrituras de menor valor cayeron un 27% en la comparación interanual”. ¿No habrá llegado el momento de reconocer un boom de consumo suntuario al nuevo gobierno?
* Periodista (UNLP)


Notas
1)http://arq.clarin.com/construccion/Volver-ventilador-combatir-crisis-energetica_0_1495650634.html

2) http://www.clarin.com/opinion/Rolando_Barbano_0_1506449394.html

4) http://entremujeres.clarin.com/trabajo/dinero/dinero-Ahorro-Andy_Freire-Mariano_Otalora_0_1537046493.html
6)
7) http://www.clarin.com/sociedad/hormiga-enemigo-llevarse-sueldos-anuales_0_1574242586.html
10)http://www.ieco.clarin.com/economia/consumo-carne-primer-trimestre-segundo_0_1553844888.html
14) http://www.ambito.com/diario/837595-crisis-el-0-km-mas-vendido-en-abril-vale-hasta--800000
15) http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-298400-2016-05-03.html
16) http://www.lanacion.com.ar/1895034-crecieron-un-141-las-escrituras-en-la-ciudad-de-buenos-aires-en-marzo

El “sentido común” y sus consecuencias políticas en Argentina

Los comunicadores “independientes” y los profesionales neoliberales comparten una ventaja: sus “saberes”, favorables al nuevo gobierno, son considerados neutros por parte del grueso de la población argentina



La economía liberal es presentado en ámbitos académicos y de la comunicación como si se tratara de un saber científico neutro desde el punto de vista ideológico, “objetivo” en el sentido de representar las propiedades intrínsecas de los hechos y circunstancias que se describen y analizan. Lo mismo sucede con la práctica periodística, donde la prensa hegemónica se muestra a sí misma como “independiente”, y por tanto portadora de la preciada “objetividad”, que la distinguiría de otras publicaciones o emisiones carentes de ese atributo. Se trata en los dos casos –la Comunicación y la Economía- de construcciones intersubjetivas apoyadas en una red de formación de visiones del mundo proclives a los intereses económicos dominantes. Ver las cosas de ese modo facilita la resistencia a medidas populares de gobiernos como el de Cristina Kirchner y contribuye a “naturalizar” los planes de “ajuste” como el llevado adelante en la actualidad por Mauricio Macri y su equipo económico. La explicación de la “inflación”1 como resultado del gasto público financiado con emisión de dinero es un buen ejemplo de la facilidad con que se encuentra la concepción ortodoxa para mantener sus tesis aunque la realidad diga otra cosa. Según datos de la Reserva Federal, la base monetaria de los Estados Unidos se incrementó 214% entre enero de 2008 y octubre de 2012. No obstante, la “inflación” que acumuló en ese período fue del 9,6%, lo que desmiente al menos la linealidad de esa teoría popularizada por la Universidad de Chicago y en la cual millones de personas en Argentina y en el mundo creen de manera bastante ingenua2 . 26 Comunidad & Desarrollo En Argentina, en cambio, se desencadenaron estampidas de precios por efecto de las maxidevaluaciones de enero de 2014 y diciembre de 2015, en este último caso en combinación con los cambios en materia de cupos, impuestos y restricciones al comercio exterior dispuestos por el gobierno macrista. El combo presentado por el nuevo gobierno provocó que los productos importados o de exportación lideraran las subas de bienes y servicios entre diciembre de ese 2015 y enero de 2016. Sin embargo, la emisión monetaria y el déficit fiscal, señalados como responsables de los aumentos de precios por la teoría monetarista, no sufrieron variaciones significativas en esas primeras semanas, y la previsión de déficit fiscal para 2016 es de 4,8% (similar o mayor al de 2015). En el gobierno anterior tampoco es posible encontrar una relación directa entre los dos indicadores. “En 2014 hubo (en Argentina) un déficit primario de 0,9 puntos del PBI y la inflación cerró en 36,3%. En 2015, el déficit primario fue bastante superior (2,3 puntos del PBI). Sin embargo, la inflación descendió hasta cerrar cerca del 26%. Es decir, los nú- meros de nuestra economía muestran que no hay una relación clara entre dé- ficit e inflación, por lo que las causas de los aumentos de precios y sus soluciones habrá que buscarlas en otro lugar”, afirma el economista Andrés Asiaín. Su análisis se basa en indicadores que no provienen del Indec sino de los institutos provinciales3 . De hecho, el índice de precios de San Luis, uno de los indicadores aceptados por el actual gobierno, marcó una desaceleración hasta octubre de 2015, cuando bajó al 1,4% de variación intermensual (contra 2,4% de septiembre); y luego una aceleración desde los anuncios devaluatorios durante la campaña: 2,9% en noviembre y 6,5% en diciembre, cuando se tomó la medida4 . Estos datos “duros” de la realidad no fueron obstáculo para que el ministro de Finanzas, Alfonso Prat Gay, a poco de asumir se diera el lujo de realizar una exposición pública donde la tesis monetarista fue presentada como una simple descripción de los hechos y no como lo que realmente es: un discurso ideológico destinado a justificar un plan de ajuste que –según sugiere la experiencia histórica5 – tendrá consecuencias negativas sobre la actividad económica, el empleo y sobre todo el ingreso de los asalariados, jubilados y beneficiarios de planes sociales6 . Además, por si faltaba una confirmación más contundente, en su discurso del 1 de marzo ante la Asamblea Legislativa, el Presidente insistió en esa explicación refutada por los hechos: acusó livianamente al kirchnerismo de “generar una inflación acumulada del 700 por ciento en los últimos 10 años a causa de la utilización del Banco Central para abastecer gasto público y pagar deuda”7 . La “objetividad” periodística La misma matriz presente en el caso de la economía se repite en el terreno del periodismo político: antes del cambio de gobierno, se buscó desde la prensa hegemónica, con indudable éxito, establecer una línea divisoria entre el “periodismo independiente”, liderado por La Nación y el Grupo Clarín, y el “periodismo militante” de los medios afines al gobierno de Cristina Fernández. El engaño a la audiencia se sustentaba en una construcción teórica desarrollada en el siglo XX por el periodismo empresario de Estados Unidos, que fue replicado durante años por las escuelas y facultades de periodismo y comunicación en Argentina. Se trata de la supuesta “objetividad” periodística a la cual tributarían los medios en los que se desempeñan Jorge Lanata, Eduardo Van der Kooy o Joaquín Morales Solá, por mencionar a algunos de los más prominentes. Ese apego a lo “objetivo” se contrapondría con la “militancia” de Horacio Verbitsky, Víctor Hugo Morales y otros profesionales y medios a los que se adosaba el mote de “kirchneristas”. Según esta tesis, en un caso, el periodismo actuaría como simple intermediario entre las noticias y su audiencia, y en el segundo como filtro ideológico de lo que ocurre, como difusor de un “relato” que acomodaría la realidad a las conveniencias políticas del kirchnerismo. El periodismo argentino, pese al “relato” de la prensa antikirchnerista, fue militante desde sus orígenes, aunque en gran parte del siglo XX desplegó la bandera de la “objetividad” a tono con un intento por enfatizar el carácter científico a las Ciencias de la Comunicación en general y las técnicas periodísticas en particular, más allá de que en muchos casos se usara a esa pretensión de neutralidad como excusa para esconder intereses particulares, políticos o empresarios. Fue militante la Gazeta de Mariano Moreno en la causa de la revolución de mayo de 1810 y también lo fue y lo sigue siendo La Nación de Bartolomé Mitre, quien propuso en la primera editorial del diario que la publicación se constituyera en una “tribuna de doctrina” de las ideas liberales de la “generación del 80”. También ha sido militante en las causas vinculadas con los derechos humanos y la izquierda el diario Página/12, y el matutino lo dejó en claro ya en el número 0. El caso de Clarín es diferente, ya que la “militancia” frondizista de mediados del siglo XX fue reemplazada por una lógica de acumulación empresaria. Ninguna militancia es en sí misma objetable, salvo –desde mi punto de vista- la que promueva el odio irracional contra grupos de pertenencia, políticos, sociales o étnicos, por ejemplo. En cambio, pretender que el periodismo sea neutro respecto de los actores políticos, sociales y empresarios sí es cuestionable, al menos desde el punto de vista metodológico, porque sería contradictorio con la naturaleza social de las ciencias de la Comunicación. No se puede extrapolar el “dos por dos es igual a cuatro” al periodismo, porque no es lo mismo presentar a un personaje público como “polémico” por no comulgar con las ideas liberales ni con Clarín (como Guillermo Moreno o Martín Sabbatella) que referirse a ellos en términos neutros o favorables. No es “objetivo” en sí mismo hablar de la “ruta del dinero k”, lo que implica dar por sentada la existencia de un circuito ilegal de dinero de origen espurio. No sin tener probado siquiera mínimamente que exista un desvío de recursos públicos, sin el cual el circuito ilegal no tendría sentido. Tampoco es “objetivo” construir decenas de tapas con el procesamiento de un vicepresidente y ocultar que Macri fue el primer Jefe de Estado en asumir sus funciones presidenciales sin dejar de estar procesado por un delito que le fue atribuido durante su gestión como Jefe de Gobierno porteño. Menos aún construir una supuesta interferencia de Cristina Fernández en la Corte Suprema de Justicia y presentar el intento de usurpación de ese poder del Estado por parte de Macri como una simple decisión administrativa. Detengámonos en ese hecho por un minuto: “Nueva embestida del Gobierno para lograr una vacante en la Corte”, fue el título central de Clarín del 6 de mayo de 2015. La palabra “embestida” atribuía un carácter violento e irracional al señalamiento por parte de legisladores oficialistas de dudas sobre la capacidad del nonagenario Carlos Fayt de continuar ejerciendo su cargo de juez de la Corte, al que renunciaría pocos meses después. En cambio, la decisión de Macri de pasar por alto la Constitución y las leyes y decretos vinculados con la designación “en comisión” de dos magistrados de la máxima instancia judicial, mereció el siguiente titular del matutino: “Macri cubrió las dos vacantes de la Corte”. De esa manera, en su tapa del 15 de diciembre, el diario daba por concretada esa maniobra y no la calificaba de ningún modo pese a su manifiesta ilegalidad. El “sentido común” y la prensa Muchos militantes opositores se peguntan aún el porqué del triunfo por primera vez de una opción política de derecha en comicios libres en Argentina. Casi todos coincidirán seguramente en que se trató de una multiplicidad de factores. Entre ellos, no habría que dejar de lado el rol de la prensa hegemónica en la conformación de un “sentido común” ciudadano proclive a naturalizar las concepciones liberales de la economía aunque le sean desfavorables a sus propios intereses y los de su grupo social de pertenencia. Y que predispone además a juzgar negativamente a todo dirigente o idea de origen popular, sobre todo si es kirchnerista. De acuerdo con ese “sentido común”, el dólar sería una divisa “naturalmente” libre al arbitrio del mercado financiero, y la administración del tipo de cambio homologable a un instrumento de tortura: nada menos que el “cepo”. De la misma manera, los subsidios al consumo energético serían un “despilfarro” y los incrementos exorbitantes dispuestos por el macrismo una muestra de “racionalidad”. Los medios dominantes, sobre todo a través de sus editores, lograron predisponer a la población a percibir a la maxidevaluación resuelta por el nuevo gobierno como portadora de la impronta positiva de la “libertad”, incluso aunque haya resultado nociva para los bolsillos de la mayoría. Morales Solá contribuyó a la creación de un punto de vista similar en relación con los subsidios: “Macri se propuso un cambio cultural de la sociedad argentina. Debe pasar, por ejemplo, del derroche de la energía al cuidado permanente de ella. Las tarifas deben ser, por lo tanto, altas”8 . Según esta línea argumentativa, lo “naturalmente” malo sería el consumo de las familias y lo que surge de la “razón” neoliberal un incremento en los valores, ya no el temerario aumento adjudicado al kirchnerismo, sino una simple “adecuación” tarifaria del nuevo gobierno. Hay que ver para creer: El 28 de febrero de 2014, el título central de Clarín y varias de sus notas advertía sobre el “tarifazo que se viene”. En cambio, en enero de 2016, el diario hablaba de “nuevos valores en los servicios públicos” y evitaba el uso de la palabra con la que calificó variaciones mucho menores dispuestas por el gobierno anterior. Por si todo lo anterior fuera poco, los cargos de la administración pública nacional habrían sido ocupados por “ñoquis” de la agrupación liderada por Máximo Kirchner, según el relato de la prensa hegemónica. La caracterización, añeja, lleva consigo la justificación del despido de miles trabajadores dispuestos por el nuevo gobierno, con una excusa perfecta: “el Estado no puede ser un aguantadero de La Cámpora”9 . Ese supuesto “lugar donde se refugian delincuentes”, según los diccionarios de lunfardo argentino, no puede ser el Estado, claro, pero resulta que los telegramas de despido enviados a los trabajadores cesanteados no aludían a incumplimientos contractuales y menos aún a eventuales delitos. No importa: el prejuicio fue instalado en la sociedad argentina y dio pie a otra desmesura del Ministro de Hacienda macrista: la alusión a la supuesta “grasa militante”10 que habría que eliminar del Estado para que éste luzca a tono con los ideales de belleza del nuevo gobierno.

* Periodista (UNLP)

 Publicado en el número 30 de la revista Comunidad y Desarrollo, que puede descargarse aquí.

1)Usualmente se la define a la “inflación” como el crecimiento continuo y generalizado de los precios de los bienes y servicios y factores productivos de una economía a lo largo del tiempo. http:// www.econlink.com.ar/definicion/ inflacion.shtml
2)http://www.eleconomista.com. ar/2013-01-emision-e-inflacion/ 3)http://www.pagina12.com.ar/diario/ suplementos/cash/48-9114-2016-02-01. html 4)http://www.estadistica.sanluis.gov. ar/estadisticaasp/Paginas/Pagina. asp?PaginaId=76
5)“Crisis de divisas y devaluación en Argentina: una perspectiva histórica”, Comunidad y Desarrollo número 23, páginas 8 a 11. Autores: Esteban Bertuccio, Juan Manuel Tellechea y Pablo Wahren 6)http://www.economia.gob.ar/planfiscal-y-metas-de-inflacion-2016-2019/ 7)http://www.pagina12.com.ar/diario/ ultimas/20-293568-2016-03-01.html 8)http://www.lanacion.com.ar/1867698- el-riesgo-de-arruinar-el-romance-con-lasociedad 9)http://www.clarin.com/politica/ elecciones_2015-macri-conurbanolacampora_0_1465653428.html 10)http://www.losandes.com.ar/article/ prat-gay-hablo-de-la-grasa-de-losmilitantes-y-profundizo-la-grieta-entwitter